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Reflexiones sobre la Permanencia de la Arrogancia y la Estupidez frente a la Prudencia


“¿No es verdaderamente extraordinario que la arrogancia y la estupidez sean más constantes que la prudencia?” Marco Aurelio, Meditaciones, Libro 5, pensamiento 18


En la literatura filosófica, las palabras de Marco Aurelio resuenan como campanas, recordándonos la eterna lucha entre la sabiduría y la ignorancia. En una de sus meditaciones más profundas, el emperador-filósofo nos desafía con una pregunta inquietante: ¿No es verdaderamente extraordinario que la arrogancia y la estupidez sean más constantes que la prudencia?

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Foto por: John Moeses Bauan (https://unsplash.com/@johnmoeses)

Para sumergirnos en esta reflexión, primero, debemos desentrañar sus significados.


La arrogancia es el fruto envenenado del ego desbocado. Se manifiesta en la presunción excesiva de superioridad sobre los demás, en el menosprecio de las opiniones ajenas y en la falta de humildad para reconocer nuestras propias limitaciones. ¿Te resuena a alguien que conozcas? He tropezado con varios individuos que encajan a la perfección con esta definición. También puedo nombrar a personas famosas que poseen esta infame característica.


La estupidez, por otro lado, es la hermana gemela de la ignorancia. No es solo la falta de conocimiento, sino también la incapacidad o la renuencia para adquirirlo. Es la ceguera voluntaria ante la verdad, una terquedad de aferrarse a ideas erróneas, con negligencia en el ejercicio del pensamiento crítico. Y en muchos casos es autoimpuesta e incorporada la cualidad de dichos individuos con la famosa excusa “Yo soy así”.


En contraste a ellas, existe la virtud de la prudencia, que nos guía hacia el camino de la sabiduría. Ello implica la capacidad de tomar decisiones reflexivas y deliberadas, considerando cuidadosamente las consecuencias de nuestras acciones. La prudencia nos enseña a escuchar antes de hablar, a pensar antes de actuar y a reconocer la incertidumbre inherente a la vida.

Ahora bien, volvamos a la pregunta: ¿Cómo se puede explicar la constancia de la arrogancia y la estupidez frente a la prudencia?


La respuesta yace en la naturaleza misma de estos conceptos. La arrogancia y la estupidez son como malezas que arraigan profundamente en el suelo de la condición humana. Son más fáciles de cultivar, ya que requieren poco esfuerzo y autoevaluación. La prudencia, en cambio, es una flor delicada que necesita ser cuidada y nutrida constantemente. Requiere humildad para reconocer nuestras propias limitaciones, coraje para enfrentar la verdad y perseverancia para buscar el conocimiento.


Además, la constancia de la arrogancia y la estupidez también puede explicarse por su seductora simplicidad. Es más fácil aferrarse a creencias simplistas y a narrativas que refuercen nuestra visión del mundo, incluso si estas son falsas o perjudiciales. La prudencia, por otro lado, nos obliga a enfrentar la complejidad del mundo con humildad y apertura mental.


En última instancia, la pregunta de Marco Aurelio nos desafía a reflexionar sobre nuestras propias elecciones y prioridades en la vida. ¿Optamos por el camino fácil de la arrogancia y la estupidez, o nos esforzamos por cultivar la virtud de la prudencia? La respuesta puede determinar no solo nuestro destino personal, sino también el destino de la humanidad misma.


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